Trata de personas en Nordelta: la cara del terror y el sometimiento

Quien es Rodolfo Perez Wertheim poderoso empresario sindicado como la cabeza de la organización criminal. Sexo, cocaína y un salvaje sometimiento

Actualidad07 de diciembre de 2024Redacción Primicia 24Redacción Primicia 24
Rodolfo Perez Wertheim
Rodolfo Perez Wertheim

El día lunes, minutos antes de que salga el sol, 24 personas fueron rescatadas de una red de trata en Nordelta. De acuerdo con las fuentes policiales, el operativo se realizó tras seis meses de investigación de la Procuraduría de Trata de Personas, que se originó por denuncias anónimas, y esto derivó en 19 allanamientos de viviendas, oficinas y del complejo Delta Center el lunes. El escenario descrito por los investigadores es espeluznante: seres humanos reducidos a sobrevivir en un entorno infrahumanamente precario, sin luz natural ni ventilación adecuada, sumidos en la humedad y rodeados de peligro constante.

El subsuelo, improvisado como una grotesca vivienda, fue descrito por la policía como un espacio "inhabitable". Oculto tras una pared falsa confeccionada con cajas de cartón, perfiles de aluminio y una tela gruesa tipo rafia, el llamado "pabellón" era una trampa de insalubridad. Las camas, rudimentariamente armadas con puertas viejas y tachos de pintura, se disponían en un lugar donde la humedad reinaba como una plaga omnipresente.

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Las condiciones sanitarias eran aún más desoladoras: apenas dos baños en un estado deplorable, cubiertos de suciedad y sin las mínimas medidas de higiene o seguridad. "Es un lugar que ni siquiera debería ser habitado por animales, mucho menos por personas", señaló uno de los investigadores. La conexión eléctrica, improvisada y peligrosa, representaba un riesgo constante de incendio. 

A pesar de estar parcialmente construida entre los pisos 1 y 3, y aún en obra del 4 al 7, el Delta Center escondía en sus entrañas este oscuro secreto. En la cochera, bajo una de las rampas de acceso, estas personas vivían completamente aisladas, condenadas a la invisibilidad en un entorno que parecía más un escenario de pesadilla que un lugar habitable para seres humanos. "El temor y el terror era el pan de cada dia. Pero como nos sacaban el DNI y nos aseguraban a los gritos que manejaban a la policia de la zona, sabiamos que si hablabamos todo sería peor", aseguró un ex empleado de Perez Wertheim que logró escaparse alegando que tenia un problema familiar.

El desgarrador calvario relatado por las victimas

Tras varios allanamientos, quedaron detenidos cuatro personas, entre ellas quien las victimas señalan como el jefe de la organización: el empresario Rodolfo Perez Wertheim, dueño de la empresa Meranol.

“Rudy”, como lo llaman sus amigos, era el inversor principal del desarrollo y a quienes las victimas se refinería como “el jefe”. Llegaba a la obra en una Ferrari con relojes valuados en decenas de miles de dólares. Pero eso no era un impedimento para encargarles a las victimas rescatas empanadas salteñas luego de sus jornadas de 16 horas laborales. “Si “Rudy” llegaba a las 20 horas, no importaba que hubiésemos trabajado todo el día. Había que cocinarle a la hora que sea para que se lleve comida a su casa”, relató una de las victimas que prefiere resguardar su identidad por miedo a las represalias. “Al patrón -por Perez Wertheim- teníamos ordenes expresas de no mirarlo a los ojos cuando nos hablaba, había que mirar al piso”, agregó la trabajadora.

Perez Wertheim y el infierno de las victimas

Alcohol, sexo y cocaína

El otro detenido es Carlos Alberto Díaz Chilo, quien junto a Pablo Pellegrino era el encargado de traer engañadas a las victimas de Salta. A pesar de que formalmente era un capataz dentro de la obra, sus funciones excedían con creces el ámbito de la construcción. 

“Puertas adentro, era el diablo. Afuera, era una persona tan manipuladora que nadie se imaginaba el infierno que vivíamos. Si no accedíamos a sus pedidos, sabíamos que perdíamos el trabajo”, contó otra de las víctimas. 

Para poner en contexto, según la justicia pasaron más de 250 victimas por las manos de Perez Wertheim, Pellegrino y Díaz Chilo. En los sótanos del terror de donde fueron rescatadas las víctimas sucedía lo peor. “Díaz Chilo consumía cocaína con varias botellas de whisky importado y había que hacerle masajes y acceder a sus escabrosos pedidos para no sufrir represalias”, agregó la victima M. 

 

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