De Doral a Bal Harbour: cómo viven los argentinos que escaparon del kirchnerismo

Cansados del cepo, la inflación y la persecución, miles de argentinos eligen el sur de Florida para reinventarse. El sueño de volver al país con Milei

Miami05 de agosto de 2025Redacción Primicia 24Redacción Primicia 24
Florida es el destino de muchos argentinos
Florida fue el destino de muchos argentinos que buscaron refugio en la era K

La escena es cada vez más común: asado en Doral, mate en Bal Harbour, y reuniones de networking en Brickell. Todos los presentes tienen algo en común: alguna vez escaparon del peronismo. Son arquitectos, empresarios, médicos, abogados, desarrolladores de software y, también, comerciantes que cansados del caos argentino, decidieron cambiar todo por una vida ordenada en el sur de Florida. Dejaron atrás la inflación crónica, la inseguridad, el dólar blue y la amenaza constante de la AFIP para buscar algo tan básico como escaso en la Argentina: previsibilidad. La ola migratoria de argentinos hacia Miami no es nueva, pero en los últimos años —y en particular tras la radicalización populista del kirchnerismo y sus consecuencias económicas— se transformó en un fenómeno sociológico. Ya no emigran sólo los jóvenes en busca de oportunidades: lo hacen familias completas, dueños de empresas, profesionales con trayectoria y hasta figuras públicas.

Del caos al orden (y a las reglas estrictas)

Doral se ha convertido en la nueva capital informal de los argentinos en Miami. Sus colegios bilingües, desarrollos inmobiliarios accesibles y la cercanía con centros comerciales y autopistas lo hacen ideal para una familia que busca empezar de nuevo. A diferencia de otras migraciones forzadas en la historia argentina, esta no está motivada por persecuciones políticas ni violencia directa, sino por algo más insidioso: la decadencia estructural de un país donde producir se volvió un acto de resistencia. En palabras de Federico L., contador y exgerente financiero en Buenos Aires: “Yo no me fui por una crisis puntual. Me fui porque ya no había futuro. En Argentina, el que ahorra pierde. Acá, si trabajás bien y pagás tus impuestos, no tenés que vivir escondido ni disfrazar tu éxito”. Hoy asesora a otros expatriados en cómo abrir LLCs y estructurar su vida financiera en EE.UU.

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Casos de éxito: empresarios y profesionales que se reinventan

Alejandra y Martín eran socios de una empresa de diseño y reformas en Palermo. Cansados de los controles de precios, las inspecciones arbitrarias y los saltos del dólar, vendieron todo y se instalaron en Weston. Empezaron de cero, sin contactos ni reputación. Cinco años después, lideran una firma de construcción que hace casas de lujo en Coral Gables. “Lo que allá era una pelea diaria, acá es una oportunidad”, resume Martín. Otro ejemplo es el de Laura P., médica especialista en fertilidad que abrió su clínica en Aventura con foco en pacientes latinos. “En Argentina, ser profesional era sinónimo de vivir ajustado. Acá trabajo más, pero vivo mejor. La diferencia no es el ingreso, es el respeto”, dice.

Una vida sin inflación ni AFIP… pero con otros desafíos

El paraíso de la previsibilidad tiene su precio. Vivir en Miami es caro. Muy caro. Y adaptarse culturalmente no es inmediato. “Extrañás lo informal, lo espontáneo, las charlas con amigos sin tener que agendar todo con dos semanas de anticipación”, confiesa Diego, un emprendedor tech que ahora vive en Coconut Grove. “Pero a cambio, ganás algo que allá se perdió: tiempo y tranquilidad mental”. Además, el entorno competitivo es feroz. No hay espacio para la viveza criolla ni para la improvisación. El que llega con actitud de atajo o mentalidad estatalista, fracasa. “Acá si no pagás, te desalojan en 30 días. Si no tenés seguro, te arruinás. Y si no cumplís con tus compromisos, te echan del mercado. Pero todo es claro y justo. Es otro sistema”, resume una abogada migratoria que asiste a muchos recién llegados.

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Bal Harbour, el nuevo símbolo del éxito post-kirchnerismo

Para los que lograron asentarse con éxito, Bal Harbour es la postal aspiracional. Sus torres frente al mar, boutiques de lujo y ritmo calmo representan el premio al riesgo de haber escapado del país cuando parecía imposible. Algunos de los nuevos residentes son inversores inmobiliarios que supieron colocar capital fuera antes del cepo, empresarios fintech que escalaron sus negocios desde el sur, o exfuncionarios con doble ciudadanía y billeteras generosas. Pero no todo es glamour. Muchos argentinos de clase media que emigraron deben hacer sacrificios: trabajar en oficios que no ejercían antes, compartir departamentos, aprender inglés a la fuerza, o aceptar que el ascenso social no es inmediato. Sin embargo, todos coinciden en algo: “Acá todo cuesta más… pero vale la pena”.

El éxodo silencioso que no se detiene… aunque empieza a mirar de reojo a Buenos Aires

Lo curioso es que muchos de estos argentinos —que hace algunos años juraron no volver jamás— hoy siguen con atención las noticias desde Casa Rosada. El gobierno de Javier Milei, con su discurso liberal, su lucha contra el Estado elefantiásico y su promesa de devolver la dignidad al que trabaja, despierta ilusión incluso en quienes ya rehacen su vida en el exterior. “Si Milei logra estabilizar el país y cambia las reglas, yo vuelvo. No porque me guste sufrir, sino porque me encantaría volver a un país donde valga la pena quedarse”, dice Clara, emprendedora gastronómica en Brickell que ya analiza abrir una franquicia en CABA.

Porque, al final del día, aunque el argentino pueda adaptarse a cualquier lugar del mundo, lo que más anhela es no tener que irse nunca más.

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