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Como si fuese un cuento que se repite, otra vez, una filtración de chats e información obtenida de su teléfono, lo dejaron al narcotraficante a un paso de la carcel, tal como le ocurrió en el año 2013, cuando su valiente expareja, Viviana Vitali, se presentó ante el juzgado de Norberto Oyarbide y logró desbaratar una banda que se dedicaba a comercializar cocaina en el barrio vip de “Las Cañitas” y sus alrededores. Además, llevaba cocaina a un empresario en el Wyndyam.

Esta vez, la historia se repite. Primicia 24 accedió a dos años de conversaciones en donde deja en evidencia que Bomparola jamás abandonó la actividad. Más bien, la perfeccionó. Luego, de salir de la prisión en donde estuvo 2 años y 11 meses, Bomparola –adicto confeso por su ex pareja- volvió al mundo de la venta de drogas. Pero esta vez, intentó pasar desapercibo. Compró un Toyota Corolla 1.6, accedió a nombre de una licencia vencida a nombre de Milton Cesar Rebaza Pereda y comenzó de nuevo su aventura.

Siempre desde su base de operaciones en la casa de Las Cañitas, en Huergo 278 4B, el mismo lugar donde lo detuvieron una mañana mientras dormía tras una noche de jolgorio, Bomparola volvió al ruedo. Y aunque intentó bajar el perfil, recibiendo a contados clientes en su domicilio, las cosas le volvieron a salir mal.

Una filtración de su teléfono celular, dejó en evidencia donde compraba la cocaina que luego distribuía por las zonas de más alto poder adquisitivo de la zona norte. El Bajo de Martínez, uno de sus principales puntos. Countries de la zona norte, otro. O las zonas más caras de San Isidro. Como también, varios puntos de la Capital Federal. Puntos donde prima el poder adquisitivo de la gente, pero tambien, donde sobran las cámaras de seguridad que, tarde o temprano, lo iban a detectar.

Además, de las conversaciones surgen que su actuar siguió siendo el mismo. Modelos, hijas de empresarios millonarios de la construcción, políticos y famosos de la televisión.

Bomparola ofrecía “lo mejor del mercado”. La pantalla, además de su taxi, incluía a su perro “Pucho”, a quien llevaba consigo cada vez que tenía que ver a un cliente. Pero no fue suficiente. Su desmedida ambición, lo pusieron nuevamente a un paso de la cárcel.

Rodolfo Bomparola planeaba ampliar su imperio

De los registros, surge que el narcotraficante había solicitado un permiso al Reprocan, donde buscaba copar otro nicho: el de la marihuana. Tiempo atrás, Bomparola ya había intentando realizar esta operación con su dentista pero no prosperó.

Ya que la cocaina, traída de Perú por quien se la proveía, debía pagarla –aunque increíblemente muchas veces lograba que se la fíen- para luego revenderla. Su interes, nacía por el nuevo sistema otorgado por el Estado, para la plantación con fines medicinales. Algo, que tenía pensado eludir, para luego comercializar.

En el barrio donde vive desde hace casi 25 años, todos lo conocen. Pero nadie habla. Tal vez, por miedo. Primicia 24 se acercó al supermercado lindante a su domicilio, donde se lo vió en varias ocasciones y los empleados se limitaron a aclarar: “Si, baja siempre con su perro a comprar algo de fiambre a la tarde, todos comentan sobre su actividad, pero prefiero no hablar nada con esta gente nunca se sabe”.

(Noticia en desarrollo)

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