Quienes son los familiares del futbolista involucrados en la estafa piramidal de La Plata

Joaquín Domínguez, utilizó la figura de su hermano Benjamín y a la Iglesia Universal de La Plata para captar inversores. A través de una pantalla de inversiones en criptomonedas, Forex y otros sistemas de trading, el joven, quien se autodenomina “experto en trading”, logró captar más de 500 millones de pesos de inversores. Junto a su esposa y su padre, montaron una organización delictiva con ramificaciones en La Plata, Berisso y la Ciudad de Buenos Aires.

Hoy, pesan sobre el joven una decena de denuncias de los damnificados a los que ya no les atiende el telefono. Tampoco asiste más a la Iglesia Universal de La Plata, el lugar que sirvió de bunker tanto para Joaquín como para su padre, Sergio, en la búsqueda de nuevos inversores.

Como está compuesta la organización

Su líder, Joaquín Domínguez, de tan solo 23 años, sería el cerebro detrás de la estafa piramidal platense. El joven, sin estudios universitarios, fue el encargado de la captación de inversores. Siempre amparado en “su expertis” para los negocios, reunió cerca de 50 inversores quienes le entregaron su dinero. A través de promesas de intereses mensuales en dólares que iban desde el 15% al 18%, logró recaudar más de U$S1.5 millones de dólares. Como en todo sistema piramidal, a los antiguos inversores se les pagaba con el dinero de los nuevos inversores. Lo que generó una rueda que, según estiman los damnificados, perduró durante un año.

Proveniente de una familia de clase baja de La Plata, Joaquín comenzó a los 20 años a viajar por el mundo junto a su esposa y socia hasta que “se descalzó”. El dinero que entraba ya no cubría los intereses del dinero tomado y comenzó el principio del fin para la banda. Junto a Estefanía, su esposa, habían tomado cerca de un millón de dólares que ahora debían devolver. En el medio, las promesas. En una de las denuncias, uno de los damnificados contó que le vendió un proyecto de real estate junto a su suegro, Leon Arguello, un albañil paraguayo. El proyecto, al igual que la mina de oro de Leonardo Cositorto, nunca existió.

Su padre, Sergio Domínguez, fue el encargado de oficiar de nexo entre la Iglesia Universal de La Plata y Joaquín. De hecho, el joven figura como empleado la casa de paz. Además, fue el encargado de responder ante las quejas de los inversores hasta que la situación se desbordó. Con un prontuario de robos con armas y vínculos con el narcotrafico platense, Domínguez volvió a quedar otra vez en la mira de la justicia. Uno de los principales inversores del clan Domínguez, que llamativamente no resultó damnificado, fue Gabriel Cesar González, el joven detenido por realizar entraderas a mano armada en la localidad de Berisso.

Según consta en la IPP 06-00-032642-23 de la justicia bonaerense, se lo señala como miembro de la organización delictiva. Tal vez, por su pasado, el clan Domínguez le dio una vuelta de tuerca más al caso tristemente célebre de Generación Zoe. Ya que, según varios damnificados, luego de la cesación de pagos, comenzaron las amenazas de muerte. Métodos que utilizó con el ex representante de Benjamín, según sus propias palabras, cuando de manera unilateral, decidieron rescindirle el contrato que lo unía al 7 de Gimnasia.

La esposa del líder, Estefanía Arguello, fue la encargada de gestionar los pagos y los cobros de los inversores. Metódica, fría, obsesiva y ambiciosa, la describen quienes trataron con ella. También vinculada a la Iglesia Universal, figura en varios mutuos que la organización firmó para captar el dinero y huir. “Venían de una familia de clase baja, baja. Siendo pendejos vieron la guita y se envalentonaron. Nunca habían salido del país siquiera y se fueron de luna de miel a Punta Cana, donde al estilo Fariña, se jactaban entre los suyos de haberse gastado U$S50.000 dólares en unos pocos días”, contó un ex socio de Joaquín con el que terminó distanciado por sus manejos.

León Arguello, su suegro, un albañil paraguayo con domicilio en un barrio humilde de La Plata, es otro de los integrantes de la banda denunciada. Con una modesta jubilación y un estilo de vida austero, el padre de su esposa sería el encargado de “armar” los proyectos de real estate que luego Joaquín “vendería”. Aunque quienes conocen a Domínguez, afirman que probablemente “metió en un quilombo al viejo de guapo”.